Bueno aquí el capitulillo semanal, la otra semana hablo sobre este :D
El día pasó lentamente, como la noche anterior a un gran evento, donde el pensar como será el día próximo no nos permite dormir. Se podría decir lo mismo para Azaref aunque de todos modos él no puede dormir.
A diferencia de los otros días, esta vez no trato de disimular dormir, paso con sus ojos abiertos, mirando el techo de la cueva. Veía las sombras que creaba el fuego, y pensaba, fue una de las noches en que más pensó.
Ashra por su parte tomo su forma física por un rato y le hizo compañía, habló de cosas triviales, "cómo estaba" "en qué pensaba" todas fueron respuestas brevemente por el pensativo Azaref, quien luego de un rato aburrió a Ashra, la que regreso a su postura en su daga.
A pesar de la mirada pensativa en su rostro, Azaref no pensaba en nada especifico, sino que miles de ideas viajaban por su mente. Pensaba en su esposa, en su hijo, en su ciudad, muchas cosas pasaban, probabilidades, ideas conceptos, hasta pequeñeces triviales como si el rey aún era rey, bueno, Azaref nunca fue un hombre interesado en política.
A pesar de todo esto el día paso lento, lo cual a la larga le dio algo de paz mental. Al llegar la noche se preparó como siempre, y fue con mucho cuidado una vez más hacia el norte.
Azaref deseaba poder correr por esas llanuras conocidas, pero los eventos de la noche anterior no le permitían tener la libertad que deseaba. Así que lento y sigiloso fue su avance. En algunas ocasiones logro ver grupos de soldados, pero la distancia le permitió pasar inadvertido.
En otras topó con suerte y vio hombres solitarios haciendo guardia en su camino, pero en un combate contra un rival siempre había salido ganador. Bueno, también ganaba contra 4 enemigos...
El motivo de esta aparente suerte tenia una excusa muy simple, el rey era un imbécil. Siempre fue la clase de estratega que enviaba todas sus unidades al frente. Mal jugador de Ajedrez y por supuesto mal Rey. Claro, la falta de seguridad de su reino ya había dado problemas, y ahora era una ventaja para él. No le gustaba la ironía pero tenia que aceptarla.
Pronto podía ver las puertas del reino, con su gran esplendor, sus luces, su brillo. Para un extraño es el ejemplo de poder, de perfección, la tierra prometida. La ciudad era el gran ejemplo de lo que todos deseamos aspirar. Pero en el fondo todo era una gran fachada de poder. Su centro, el castillo era el hogar de un niño mimado y tonto, que aspiraba el poder sólo por tener poder, no para ayudar a su pueblo, ni ayudar al prójimo. Él quería más para ver si con más sería feliz, pero esta forma de pensar solo lleva a la autodestrucción en el momento que no haya más que tomar.
Sabiendo todo esto, Azaref no podía evitar el mirar el reino con felicidad, muchos recuerdos de su infancia llegaban a él. Nació y creció en este reino, disfruto su adolescencia y muchas cosas más. Pero no era el momento de estar melancólico por el pasado, debía seguir adelante.
Con ayuda del recuerdo que tomó de la gran torre, Azaref lanzó la cuerda en dirección de uno de los muros laterales, trepándolo con facilidad. La construcción del reino era hermosa, pero no segura. Cualquier chimpancé podía entrar ahí.
Una vez sobre el muro comenzó a observar sus alrededores. Según recordaba estaba en el sector Sureste de la fortaleza, y su hogar estaba en la parte Suroeste, el distrito de soldados. Para evitar el ser descubierto comenzó a moverse por el borde del muro, luego a saltar de un techo a otro. Generalmente era simple, sólo en ocasiones ciertas casas más grandes le impedían el paso, pero en general logró movilizarse por el lugar como si fuese un mono en la selva, o un muy ágil ladrón.
La ciudad era tan silenciosa como la recordaba. De día era una metrópolis ruidosa y ocupada, gente recorría las carreteras con prisa. vendedores entonaban sus himnos hipnotizantes para los incautos transeúntes, todo lo que se espera de una de las ciudades más grandes del mundo. De noche los agotados cuerpos de sus habitantes sólo buscaban donde dormir, y olvidaban todo lo que no les importaba. De noche los grandes políticos eran viejos cansados, las mujeres luchadoras eran solo esposas, los niños traviesos y malcriados se convertían en ángeles durmientes. Parecía extraño, pero la gente que ahí vivía lentamente se convertían en hipócritas como su reino, y la noche era el gran silencio que se les recordaba su fallo, pero aunque ellos trataban de ignorarlo, en lo profundo sabían que era cierto.
Los saltos de Azaref talvez hayan despertado algún niño aún no cansado, o algún hombre tratando de convencer a su esposa de hacer el amor, esto a Azaref no le importó, el buscaba su destino, y su vista comenzaba a nublar lentamente su mente racional.
Sin importar esto, Azaref finalmente estaba en el sector Suroeste. Bajo lentamente a la carretera principal, cubrió bien su rostro y comenzó a caminar lentamente. Sabía que aunque de esta manera corría riesgo, sería más común ver una sombra demoníaca caminar por las calles, que un hombre saltar desde el tejado y entrar a una casa. De todos modos no creía que alguien lo viera, era muy tarde y la gente odiaba salir de noche.
"Tac, tac, tac" era lo único que lo acompañaba, el sonido de sus pasos, lentos, repetidos y monótonos, ya casi llegaba, estaba tan cerca que casi podía oler la comida de su mujer, aunque sabe que eso no era cierto, sólo el recuerdo de su mente.
"Tac, tac, tac" Sus propios pasos comenzaban a impacientarlo, su casa estaba al final de la carretera, podía ver algunos gatos buscando que casar esa noche. La luna brillaba fuertemente como aquella otra noche...
"Tac, tac..." el sonido se interrumpió. Azaref se había detenido frente a su hogar, recordaba esa puerta de un color marrón, con su apellido escrito en una placa metálica, "General Rué Ufton" siempre lo llenaba de orgullo el llegar a casa cada día, ver la placa y dormir sabiendo que ayudó a alguien, talvez su existencia no sea indispensable para el mundo, pero sabía que para diversas personas había hecho una diferencia, y eso era suficiente para él.
Revisó detrás de la placa para tomar una llave. Siempre la dejaba ahí, su mujer nunca supo que él la escondía ahí, pero a él nunca le gusto despertarla a la mitad de la noche. Limpio sus botas un poco en el suelo, abrió la puerta lentamente y comenzó a entrar poco a poco.
Todas las luces estaban apagadas, así que la luz proveniente de la ciudad fue la que lo ayudo a iluminar un poco todo. Comenzó a caminar, en busca de donde usualmente guardaba las velas. Encendió una, y poco a poco la habitación se lleno de luz.
Comenzó a observar todas esas cosas que recordaba, tomó una foto donde habían una mujer de cabellera algo larga, un niño de cabellera negra y corta, y finalmente un hombre grueso de cabellera larga y negra, recogida en una cola y ojos negros. -Se parece a ti" dijo Ashra quien se había materializado mientras Azaref revisaba el cuarto.
Soy yo- fue lo que él le respondió mientras colocaba la fotografía en su lugar, Ashra la continuo viendo pero no dijo nada, el tono de Azaref no era el acostumbrado, y sabía que era mejor darle algo de espacio...
Azaref continuó observando la habitación, respiró hondo y finalmente abrió la puerta que estaba frente a él. Igualmente al momento de abrirla, la vela que cargaba en su mano comenzó a iluminar lentamente el cuarto, poco a poco comenzó a ver vidrio roto en el suelo, algunos muebles, madera, ropa, todo esto mezclado en el suelo, al levantar un poco más la mirada pudo ver como las paredes se encontraban dañadas, rotas y algunas quemadas. Los hoyos en las paredes producidos por lanzas seguían intactos. Su corazón cada vez palpitaba más rápido, hasta que finalmente pudo ver la cama que se encontraba manchada de sangre. Sangre de días atrás, sangre de su esposa, sangre de su hijo, he incluso su propia sangre. Azaref soltó la vela que comenzó a quemar la habitación en que se encontraba, Ashra se apresuro a ver que pasaba, y sólo encontró a Azaref de rodillas, con ambas manos en su rostro mientras gritaba y lloraba de dolor.
-Chico ¿qué pasa?, hay que salir de aquí rápido- le dijo ella mientras tomaba su hombro. Azaref no reacciono, él sólo veía como la cama se quemaba junto a la sangre, junto a su pasado y junto a su humanidad.
Por:Argen
1 Opiniones:
yo me imaginaba ese final, pero esperaba que no fuera cierto T_T
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